miércoles, 15 de octubre de 2008

Una batalla ganada

Para no ocasionar exabruptos innecesarios acerca de la tecnología y su imperiosa costumbre de obstaculizar los sueños cotidianos mutándolos en pesadillas laborales gracias a su pasión por los errores de software, hardware, webware, foodware y todas las palabras en inglés que terminen con "war", he aquí el fruto de una deliciosa combinación entre un humano y el aparato estático desencantador al estilo romántico.



Gracias a La Maga por su participación. A la derecha encontrarán el link correspondiente para visitarla y pronósticarle el futuro o, en su defecto, degustar su participación mediante adjetivos sospechosos de doble sentido. Sí, como ese que se te pasó recién por la cabeza al ver su boca. Otra cosa: se prohíbe la reproducción de este video para alguna edición posterior que se utilize con fines eróticos o triple xxx.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Viajemos como somos II

La clásica rutina del viaje en colectivo. ¿Quien no la realizó alguna vez? ¿Quién no la padece diariamente? La larga espera para elevarse hacia la plataforma rectangular con la masa humana aglomerada, agobiada y exaltada por un regreso próspero a casa sin sobresaltos (aclaremos que sin sobresaltos emocionales, porque los físicos ocurren naturalmente gracias a la pericia del chofer para elevarse en el aire unos cuarenta centímetros del nivel del asfalto por causa de una loma de burro; por algo es aconsejable no ir distraído bebiendo alguna gaseosa en este transporte, podríamos usarlo de enjuage en la cabeza de la señora que nos mira con cara de muchos amigos que no nos soportan, no me gusta el cliché de "pocos amigos"). ¿Qué hacer cuando hemos quedado varados en la mitad del rectángulo andante con una puerta trasera a la misma distancia que la delantera, con una generosa orgía de manos y piernas atravesada entre nuestros puntos de escape? Considerándo que no hemos advertido anticiparnos a la parada para ir movilizándonos unos minutos antes, deberíamos proceder con cautela y métodos escurridizos para reptarnos entre los cuerpos ajenos. Pero esto es relativamente peligroso, debido a que seguramente llevamos algunas pertenencias que se van chocando con otras pertenencias de los pasajeros, como por ejemplo: mochilas que chocan contra carteras, maquetas que chocan contra bolsos, cajas de carton vacías que chocan contra unas llenas, bolsas de basura que chocan con bolsas para cadáveres, carteras con excesivo maquillaje que chocan contra mochila con excesivos libros, maletas con mercancías ilegales que chocan contra mochilas estudiantiles portadoras de marihuana local, trabajos finales de arquitectura de dos metros por tres que chocan contra entregas de diseño gráfico con cartulinas de catorce cuadras por dos veredas, y etcéteras que chocan contra otras etcéteras. Sin eludir las consecuencias de un viaje solitario en el colectivo, horas nocturnas que ven pasar luces del semáforo como una fotografía con la velocidad baja del obturador, las ocasiones de sobrevivir al samba-transporte se tornan complicadas cuando intentamos llegar a la puerta de salida esquivando los fierros que atropellan verticalmente nuestro tórax y nos dejan un lindo tatuaje colorado en la frente.
¿Que sería de nuestro acople mental si el día de mañana repentinamente nos tocara el rol de jugar a ser colectivero? ¿Tambíen prejuzgaríamos a los pasajeros con un porcentaje estimativo acerca de sus habilidades para subirse y estabilizarse dentro del colectivo? Vemos un sujeto esperando en la parada y realizamos una descripción rápida: porta mochila de un hombro, lleva jogging, zapatillas y una campera de jean ¿Diremos "ahh, éste es joven y atleta... que se suba andando"? Exacto. Mientras nuestro pensamiento errático nos hace dar cuenta que el individuo no era un atleta, sino un estudiante sedentario que se estrelló contra la máquina expendedora de boletos por su poca resistencia en los gemelos para estabilizarse desde velocidad cero hacia los 15 km/h a los que venía el colectivo que nunca frenó. Y además, vemos que es un estudiante porque algunos de sus apuntes volaron hacia nuestro sector de conducción. ¿Seríamos capaces de ver como la gente se divierte tambaleándose a gran velocidad como un gran samba mientras realizamos varios slalom con motociclistas, baches y vehículos particulares? Además de generar el enjambre de insultos que resuena como un hinchada desde todos los espacios imaginables de la calle. ¿Disfrutaríamos ser colectiveros? ¿Realmente nos divertiríamos? Yo creo que sí. Al menos por los veinte minutos que lo manejemos hasta que hayamos estrellado el transporte contra un árbol mal estacionado en la vereda. Sin dejar de omitir, obviamente, las 144 infracciones de tránsito con un promedio digno de récord guiness, los 14 accidentes viales por negligencia e impericia, haber bajado del transporte para insultar al chofer de tren que se quedó justo en el paso a nivel para dejar pasar a otra formación (mientras entre insulto e insulto, y sin conocer apropiadamente los enlaces, llegan al debate acerca de un partido de fútbol que jugaron Argentinos Juniors y Ferro en el Metropolitano de 1985, aumentando la euforia de los apasionados gritos que emergen de la garganta de los automovilistas que esperan que el tren y el colectivo decidan moverse, desaparecer o ser engullidos por algún agujero negro para así poder pasar), y la más grave, cortar transversalmente la avenida para bajarse a comprar un guaymallén de dulce de leche y una cepita multifruta porque hace mucho calor arriba del colectivo y eso abre el apetito. Por estas causas pienso que no se venden colectivos para particulares. El seguro saldría muy caro.
Así que conformémonos con arrojarnos con mucha vehemencia pero gran desatino hacia la puerta del colectivo andando. Insultemos al viento que nos arroja cuando pasa a gran velocidad sin frenar y nos mira con esos ojos de "JA", una risa seria pero burlona, casi como un "lero lero, mira como no freno". Y cuando venimos agotados y queremos sentarnos pero la capacidad máxima de pasajeros ha sido superada ampliamente, no agotemos nuestra capacidad intelectual e indecorosa para avergonzarnos: llevamos un sobretodo, nos ponemos cerca de un grupo de mujeres, nos vestimos con nuestra mejor cara de perversidad innata, desabrochamos los botones y nos mostramos como la naturaleza nos arrojó a la intemperie, al grito de "¡Para el bolsillo del caballero y la mano de la dama, aqui les traigo".. Si hasta esta altura no recibimos una bofetada por parte de alguien, o alguna patada directo a nuestros descubiertos testículos, es porque seguramente la gente se estremeció y se sorprendió ante el escandaloso exhibicionismo que hemos generado. Seguramente la señorita más puritana ha huido despavoridamente y ha abandonado su asiento amablemente para cedersélo a nuestro trasero desabrigado. Esta vez no seremos victimarios de la ultraviolencia material, sino que exhibiremos nuestras partes íntimas que, calculando el crecimiento de la tecnología y del voyeurismo, estaremos colgados en la web en menos de lo que dura el parpadeo de un sujeto narcotizado.

miércoles, 16 de julio de 2008

Las Recetas del Chef Orro

La columna de hoy está en manos del líder en gastronomía improvisada Gustav Duv Orro. De origen Ucraniano (Norte de Gerli) este individuo posee una filosofía culinaria excéntrica pero totalmente adaptable a las condiciones de nuestra existencia alimenticia. A continuación, los formalismos para el plato del día:
- ¿Cuántas veces nos despertamos anhelando un titánico desayuno que debe ser reemplazado por las monótonas galletas de agua, un té frio o un pedazo de pan que unicamente se diferencia de una roca porque tiene miga? Vamos a brindar una solución parcialmente definitiva, pero infinitamente reprobable, para que no comenzemos el día con un descenlace escaso en nuestro estomago. Primero nos levantamos de la cama. Ponemos a calentar un poco de agua en la pava. Vamos al baño a mojarnos la cara. Tomamos un sorbo de agua de la canilla. Volvemos a la cocina. Nos hechamos el agua de la pava en la cara para despejarnos del sueño. Todavía nuestro sistema nervioso esta deambulando en algún sueño erótico, asi que no deberíamos sentir dolor (dependiendo del tipo de sueño de cada uno... eso si). Nos asomamos a la ventana y tomamos un poco de aire (además refrescamos nuestras heridas por las quemaduras). Un poco más despiertos y con condiciones de decir cuatro sílabas seguidas sin emitir un balbuceo sin sentido que delate nuestra condición de zombie, llamamos a nuestro vecino por teléfono para anunciarle sutilmente que "le diga a su hija de 16 años que tenga un poco de cuidado cuando vuelve un domingo a la madrugada de bailar, hay muchos patrulleros sueltos y con ganas de llevarse a chicos que están teniendo sexo en la vía pública. Sobretodo cuando es con el hijo de 21 años del vecino de enfrente, que es medio depravadito.." Una vez emitidas dichas palabras (o similares, pueden cambiar los sujetos, las situaciones, pero nunca nos olvidemos de la humillación pública) aguardamos unos treinta segundos y asomamos nuestro cuerpo hacia la calle. Mientras observamos la erupción de insultos, el revoleo de falanges y antebrazos, las miradas atónitas, sorprendidas y las eufóricas; aprovechamos para atravesar delicadamente alguna de las puertas de sus casas. Quizás hasta nos topemos con alguna torta de ricota, algunas facturas. Y con un poco de suerte, saldrá a la calle por el alboroto la señora que empieza a cocinar a las seis de la mañana para almorzar a las diez, y podamos arrebatar en forma de préstamo indefinido algun bocadillo de su cocina. Luego, simplemente nos mudamos de barrio.

jueves, 26 de junio de 2008

En otra vida fui un gran atleta. Pero no creo en la reencarnación...

Algunos individuos se encuentran limitados en sus habilidades deportivas desde el mismo momento en que salen del útero. Otros van adquiriendo nuevas capacidades para perder las viejas capacidades de conservar la forma deportiva, como por ejemplo: adoptar el control remoto como un miembro más del organismo (un miembro al que de vez en cuando hay que arreglar o renovarle las pilas), utilizar la pc las 26 horas del día o ir hasta el supermercado con el auto, sólo para recorrer dos cuadras con el fin de traer una cerveza. Y por último, tenemos el género no-deportivo de los denominados "nos dejamos estar". Este grupo homogéneo se caracteriza por justificarse con la escasez de tiempo, la escasez de dinero, la escasez de salud ("me duele la traquea") y varias escaseces más, entre las cuales se encuentra la poca lubricación de las articulaciones en movimientos que sólo podríamos realizar si fuéramos Jean-Claude Van Damme o si estuviéramos soñando, para que no produzcamos en nuestro cuerpo una triple hernia de disco y de coto. A continuación se pondrán en común algunas de las características que develan y enfatizan nuestra poca/ausente/nula destreza deportiva:
- La opción de las dos escaleras es prácticamente una broma de mal gusto a nuestra inteligencia y sentido común: con qué necesidad tendríamos que dudar en elegir entre una escalera mecánica y otra meramente estática, arcaica, medieval; con escalones sin atracción alguna y que generan poca motivación para recorrerlos. Este tipo de escaleras es incluso sinónimo de burla: ¿acaso no nos burlamos con nuestra mirada del sujeto que sufre el agotador movimiento de cuádriceps para ascender esos eternos diez metros?. Sí, nos reímos. Mientras subimos mecánicamente deglutiendo nuestra barra de chocolate relleno de chocolate y cubierto de más chocolate con relleno de dulce de leche que vino fallado porque vino con sabor a chocolate, bebiendo alguna gaseosa excéntrica y paseando nuestra flamante panza con menos pudor que con orgullo.
- Que el verbo "levantar" implique en más proporción y uso cotidiano a la referencia de mover objetos ejerciendo una fuerza determinada (como se utiliza deportivamente, por ejemplo, el "levantar pesas") no atribuye a pensar que podemos refugiarnos en los diversos significados y empleos que se le adjudican a esta palabra para excusarnos en alguna "habilidad deportiva" que acabamos de inventar. Para ser más explícitos: levantarse a la mañana no es un ejercicio deportivo. Levantar un alfajor que se nos cayó al piso definitivamente no es un ejercicio deportivo (menos si es triple y relleno con mousse; que sea más pesado tampoco es un signo de orgullo para el deporte). "Levantarse" una mina no es un ejercicio deportivo. Vivir en la ciudad de España llamada Levante no significa que somos deportistas (tampoco ir como turistas; salvo en los casos en los cuales vayamos corriendo, pero esto acarrea una duda respecto a nuestro estado de sedentarismo y el gran trecho de agua que separa a los continentes).
- Arrojar/Lanzar piedras no es una manifestación de destreza deportiva. En todo caso demuestra puntería o todo lo contrario. Cuando se da el segundo caso, podemos hablar de un disparador de actividad deportiva debido a que seguramente tendremos que correr por haber derribado, destruido o golpeado algo/alguien que se cruzó en nuestro trayecto. O quizás estaba totalmente fuera del rango pero con nuestra poca capacidad de acierto o el parkinson de la mano, ha sido alcanzado por el proyectil. Aclaramos que este tipo de actividad nada tiene que ver con el lanzamiento de jabalina o de disco.
- Correr al colectivo tampoco es un ejercicio deportivo. A no ser que se den las condiciones en las cuales debamos perseguir al transporte desde la parada donde debíamos haber subido hasta nuestro destino. De todo modo, esto es incierto, porque como buenos ciudadanos que somos iremos corriendo al colectivo frenéticamente, vomitando insultos indescifrables dirigidos hacia el chofer, oxigenando mal nuestro cuerpo hasta el punto de ir desvaneciendo catastróficamente en una suerte de alúd humano junto con todas nuestras pertenencias a unos cincuenta metros de dónde debimos haber subido al transporte.
Como modo de síntesis, se exponen una serie de acciones y eventos que no son considerados como actividad física justificada como para que hablemos frente a extraños de que "hacemos deporte":
- Jugar al pool no es un ejercicio deportivo.
- Jugar a las cartas tampoco.
- Dejar de usar el control remoto tampoco.
- Comer parado tampoco (no, caminando tampoco)
- Jugar a la generala tampoco lo es. El movimiento por el cuál se baten los dados no se considera una actividad deportiva; es prácticamente el mismo que se emplea para el onanismo; y esto no se considera un evento deportivo (Por lo menos hasta ahora, si esto llegara a realizarse, tendríamos campeones olímpicos en todas las esquinas).
- Ir a bailar a un boliche tampoco es un ejercicio deportivo. La relación desgaste de energía/ ingesta de tóxicos no se complementan ni son equilibradas; es sólo una armonía caótica)
- Organizar un partido de fútbol y no concurrir al mismo tampoco lo es.
Por este medio, intentamos promover la salud física. No dejemos oxidar a nuestros músculos. Vamos a deshacernos de todo aquello que nos incita a una vida sedentaria: atoremos las escaleras mecánicas, incendiemos los elevadores, destruyamos las motos delivery's (que de paso ayudaría a nuestros tímpanos a que por lo menos lleguen a las cuatro décadas de uso). Y mientras estamos en prisión por estos delitos menores, hagamos un replanteo de nuestras actividades fisicas. Seguramente tendremos mucho tiempo libre.

jueves, 12 de junio de 2008

El Contrato Peatonal

¿Cuáles son las pautas que podemos asimilar como peatones en la urbe, sino nos han otorgado un permiso para peatonar? ¿Es simplemente porque se confía demasiado en la perspicacia de la gente para poder transitar? ¿Se debe a una cuestión meramente burocrática? ¿Se trata de un libre albedrío respecto de las leyes del sistema vial? ¿O es sencillamente porque saben que si para caminar por la calle, además de poner los billetes y hacer trámites eternos para tener un "registro para circular", lo tendríamos que hacer de modo limitado por lo que se circunscribe a un papel y, por ende, prenderíamos fuego automáticamente la municipalidad mas cercana y probablemente atentaríamos contra las señales públicas utilizándolas como armas medievales en una batalla épica contra las autoridades y contra los puestos ambulantes de panchos? Calculando que ya no se sabe donde empezó la pregunta ni dónde terminó, imagínense una multa por circular con changuito de compras con un peso excedido de lo permitido por el registro de uno. O con un changuito que excede la velocidad establecida como límite. Otra multa por llevar el bolso de trabajo alejado unos centímetros de más del cuerpo de lo que se permite para conceder el paso a otros transeúntes sin que choquen con él y así no terminar en una riña callejera por haber derramado un café en los senos de la novia de un alumno de kung fu, o de ninjitsu, o de tiramísu. Otra multa por llevar una novia con senos muy grandes y con el escote sensible a cualquier pelotudo con los atributos de poseer un café y una mano con cierta tendencia a volcar los objetos (descartemos el hecho de que uno intente, simplemente como buen ciudadano que es, de limpiar el enchastre que hizo en los senos de la chica... con un pañuelito descartable con el cual acaba de sonarse la nariz). Dejando de lado estos arrebatos ínfimos de la escencia común del peatón, imaginemos hasta que grado de gravedad podrían llegar en algunos años, en el caso de que no se establezca un contrato peatonal:
- Vamos caminando con la velocidad determinada del peatón normal que circula cuando no sabe porque está apurado, o sea; llevándonos puesto todos los objetos estáticos (incluyendo los estáticos que se mueven de repente, como por ejemplo: un perro, un ser humano, un tacho de basura que se desprende de su columna, un tacho de basura que se desprende de las manos de un joven que nos está arrojando cosas, etc). A unos veinte metros de la esquina, alcanzamos a distinguir que el semáforo de la avenida está titilando para que el peatón deje de cruzar. Entonces procedemos a apurar nuestro paso en forma incrementada, casi como un atleta olímpico. Cuando observamos que no llegamos, comenzamos a acumular bastones de jubilados que van caminando para formar una especie de garrocha improvisada corriendo a gran velocidad mientras vemos que los ancianos van cayendo como efecto dominó a través de nuestro espejo retrovisor en el reloj de arena que llevamos en nuestra muñeca. Todo para garantizar un salto olímpico estrategicamente calculado que nos permita aterrizar en la otra vereda solamente con un esguince de tobillo y una rotura de meñiscos (sin contar la sangre que sale de alguna parte de nuestra cara debido a algun letrero que nos obstaculizó el camino).
- Otra situación podría plantearse en los casos de cruces peatonales no establecidos por el sistema vial. Por ejemplo, los cruzes horizontales, diagonales y, ¿porqué no?, verticales, a través de las calles. Supongamos que debería haber un semáforo en cada parte de la vereda en donde cruza la gente; seguramente se conformaría una muralla de semáforos que, no sólo nos impediría ver la luz solar, sino también nos convocaría a comenzar un curso avanzado acerca de las técnicas más frecuentes de ósmosis para novatos. O supongamos que debería haber una senda peatonal en cada sector del pavimento en el cual cruza el peatón; seguramente las calles serían todas blancas y los oftalmólogos y ópticos se harían millonarios por la cantidad de retinas quemadas por el rebote de la luz. Y quizás también algunos individuos tengan alguna especie de atrofia y confusion mental y salgan a la calle con skies o con cadenas en las ruedas de sus automóviles. Un punto para el turismo y para los artesanos de las cadenas.
- Simulemos que pronto las calles más transitadas mutarán en peatonales y el embotellamiento se hará de una densidad tan insostenible que las dosis de ansiolíticos incrementarán su venta un 200%. ¿Porqué decimos esto? Simplemente porque suele suceder que en las veredas de avenidas muy transitadas, suelen agruparse conglomerados de gente sin brújula en el cerebro pero que andan a gran velocidad o a muy poca. Es una maratón para ver quién llega primero vaya a saber hacia qué meta. Por un lado, tenemos a los transeúntes que van a gran velocidad atropellando a otros, haciendo luces, balizas, con bocinas humanas del estilo "córrase señor la re puta madre que lo parió", y cosas por el estilo. Por otro lado, los peatones que no saben si están paseando por un shopping, si están buscando una prenda de vestir para regalar pero en los locales de celulares; si están paseando a un perro imaginario, o si tienen pañales y están meando mientras caminan, por la lentitud. Todo esto implica un choque de ideologías camineras respecto a una velocidad estándar en las veredas, por ende, el resultado es la gente que se cansa de esto y se desliga del inconveniente, convirtiéndo una parte de la avenida en paso peatonal, sin temer por los apreciables colectivos que son tan tenaces en el tema de pasar lo más cerca posible de lo que sea; otros vehiculos, gente, veredas, puestos de diarios, hombres con el diario, mujeres con el diario, hermafroditas con el diario, monopatines y monos salvajes escapados del zoológico, pero sin patines. Con rollers.

jueves, 5 de junio de 2008

Rais of de mayins - Parte I (léase también como Rise of the machines)


"Nunca nos fuimos, pero ahora volvimos" diría un viejo conocido, al cual de paso homenajeamos (sin tirarnos desde un quinto piso, pero sí probablemente tomándonos un vino tinto en cartón que esté bien tibio). La disputa, esta vez, pasa por la eterna batalla entre el hombre y las máquinas, entre el humano y las tecnologías; entre el ser racional y el ser aparato (aunque esto pueda traer algunas confusiones). Sin caer en prólogos contextuales acerca de la revolución industrial o de cómo carajo llegamos desde el telégrafo hasta el microchip; se propone una serie de recomendaciones, sugerencias, consejos, acerca del uso eufórico, irracional de la tecnología cuando ésta se rebela ante la autoridad humana, ante el homo erectus.

Esos momentos en los cuales ella pretende una autonomía fría y lógica ante la locura momentánea del sujeto portador del aparato. Estos son consejos para esos actos calificados como episodios de emoción violenta, ante el cual, debe justificarse la garantía del producto cuando lo llevamos al service técnico. Veamos un ejemplo de esto: llegás a tu casa estresado por el trabajo, cuando decidís sentarte y tomarte un rato de ocio para ver el partido entre River y San Lorenzo por la Copa Libertadores, o ver la colección de dvd con todas las temporadas del Chapulín colorado. ¿Qué es lo que pasa? La tele no anda. Es el tubo, el transistor, el termostáto, el láser, la conexión pirata de cable, la conexión pirata de internet, la conexión pirata del teléfono, la conexión pirata del microondas, vaya a saber dios qué mierda es lo que no anda. Luego de vanos intentos de arreglarla con leves golpecitos de palma en sus laterales, llega el golpe fulminante que permite a la tele caer al piso como un meteorito que acaba de atravesar la capa de ozono y va desintegrándose (con la excepción que la tele se desintegró en el piso indefectiblemente y sin escalas). En tal episodio de emoción violenta, le advertís al técnico que no recordás lo que sucedió. ¿Acaso no estaría justificado en la garantía un episodio de emoción violenta? ¿Por qué no? Si los aparatos tienen la capacidad de sacar de quicio a uno, tanto como cualquier ser humano insoportable, e incluso más aún.

Porque sabemos que uno no puede caer preso por arrojar una impresora por la ventana, salvo que ocurra la casualidad que esa impresora caiga sobre la cabeza de un vecino que no hace otra cosa que romper las pelotas con la cortadora de césped los domingos a la mañana cuando vos querés descansar por la resaca del sábado a la noche. A continuación, tres sugerencias para uno de los aparatos masivos tan molesto como necesario para la contradicción entre ser devorado por el sistema, devorarse el sistema y atragantarse con el sistema:


- Los celulares suelen quedarse sin señal en los momentos en que más se lo necesita, por más que se lo requiera para alguna pelotudez (aunque lo que más nos importe en determinado momento sea esa pelotudez). En tal caso, se propone localizar alguna antena o repetidora cerca de donde estemos. No te preocupes, siempre hay una cerca, ya sea en un edificio o en un médano en Las Toninas. Luego de localizarla, sostenemos el celular con firmeza, lo apuntamos hacia la antena y a continuación pronunciamos la siguiente frase: "Hijo de una gran puta, la re contra concha de tu re contra madre no me vas a andar ahora?!! Tomaaa!!!". Y lo arrojamos en calidad de lanzador de discos (claro, dando la vueltita y todo, como en los deportes olímpicos) directo hacia la repetidora. Mientras va volando por el aire le gritamos de nuevo: "¡Tomá forroo! ¿No tenías señal? ¿Eh? ¡¡Ahora fumátela toda!!" (aclaramos que los insultos pueden ser modificados por otros similares. Pero nunca olvidemos que el celular debe sentir que está siendo insultado). Luego de esto, procedemos tranquilamente con nuestra vida, como si nada hubiera ocurrido, porque seguramente no tenemos un brazo biónico y el celular no llegará a su destino, sino que se estrellará en el parabrisas de un patrullero que siempre aparece cuando uno canaliza las represiones. Pero imaginémos que sí se estrelló contra la antena y podemos continuar felices con nuestra vida.


- Suele ocurrir también una incompatibilidad entre el usuario y la interfaz del celular. Quizás por deficiencias del aparato, quizás por desconocimiento del propietario o, probablemente, por la poca paciencia del usuario ante unos dedos que van en contramano de las indicaciones que debería mandar el cráneo. En este caso, aconsejamos simplemente dejar caer el aparato sutilmente de las manos, que se escurra de entre ellas. Esto, obviamente, si uno se encuentra unos mil metros mínimo por encima del nivel del mar. Si esto no es así, entonces nos subimos a un puente o a un edificio y lo dejamos caer. Es muy importante para la satisfacción y el placer de la destrucción, ver el preciso momento en el que se desintegra el celular en su choque contra el piso. El ruido del golpe también ayuda, nos ayuda a conciliar el sueño.


- Algo muy común que suele suceder, es que el celular no nos permita enviar mensajes de texto, con sus clásicos hits como: "Mensaje de texo no enviado", "Imposible de enviar mensaje", "No tengo ganas de mandar un mensaje", "Chupame el chip forro, no te mando mensaje una poronga", y etc. La opción que se les brinda a usuarios que poseen celulares con tapa es algo muy simple: sencillamente, en lugar de cerrar la tapa en el modo que es debido, lo cerramos al revés. Claro, hasta que se escuche el dulce sonido que empalaga nuestros oídos con la melodía conocida como "clack". El sonido de quiebre es indescriptiblemente placentero para el control de nuestra ira. Y si luego nos preguntan, simplemente respondemos: "No, pasa que lo cerré al revés de como dice el manual. ¡Pero nada más!". Siempre es muy importante justificarse empezando con el "No" y terminando con el "Pero nada más", como si lo que hubiéramos hecho podía haber implicado que el acto de violencia siguiera indefinidamente sin límites. La recomendación para los propietarios de celulares sin tapa, es la misma: pretendan que el celular tiene tapa y hagan fuerza para cerrar esa tapa. De este modo, al aparato no le quedará otra salida que romper su horizontalidad para convertirse en un celular que "quería ser con tapa, pero sus creadores decidieron otro destino para él". Luego de ello, vamos al service técnico con nuestras dos partes de celular para reclamar por la garantía del aparato. Repetimos que debe justificarse como episodio de "emoción violenta".

jueves, 28 de febrero de 2008

El Flan Ferpecto

Hoy vamos a tratar de reformular las excusas más primitivas y ordinarias, para camuflarlas en un lenguaje poco entendible y totalmente desconcertador. Veamos tres frases ineludibles en el lenguaje de las mentiras rápidas con poca capacidad de improvisación:
- "La tarea... se la comió el perro".
- "Se cortó la luz en mi casa... y no me sonó el despertador".
- "No, no. Ella me dió un beso.. Yo no quise".
La primera puede reformularse básicamente con algunos cambios sencillos. Por ejemplo: "La tarea.. se la comió mi tucán. Es que todavía no le enseñamos bien, no son como los perros vió profe..."
La segunda puede contraer una serie de inconvenientes en el ambito laboral, por ejemplo: "Se cortó la luz en mi casa... y no me sonó el despertador del celular". Pueden aparecer algunas incoherencias. Por ende, reformulemos: "No, pasa que hubo un problema con una fase del edifcio en donde vivo. Me desperté joya, pero se cortó una fase del edificio y se paró el ascensor. Me quedé encerrado." En caso de que no vivamos en edificio la cambiamos: "No, pasa que hubo un problema con una fase de la casa en donde vivo. Me desperté joya, pero se cortó una fase de la casa y se paró el ascensor. Me quede encerrado". Perfecto.
La tercera es la más complicada. La mentira se revela en los ojos. No hay que titubear: "No, no. Ella me dió un beso.. yo no me desperté... el perro cortó la luz... la tarea no me sonó y tuve que ir al ascensor porque el tucán me dió un beso... Pero yo no quise". Je je, el Flan Ferpecto.

jueves, 21 de febrero de 2008

Viajemos como somos

Se aproxima otro día agitado. Ya es viernes y tenés que viajar junto a la masa humana que te acompaña todos los días en el tren. Todavía falta toda la jornada laboral, pero recién empieza el viernes y ya tenés que lidiar con el enjambre de humanos que se amontonan en el vagón como si fuera un refugio nuclear. Le agradecés también al clima que te ayuda con sus típicos 27° y su clásico 101% de humedad para que puedas ahogarte en el mejor momento del viaje.
Arrancás mal con el de la boletería que te hizo perder el tren porque no tenía monedas para cambiarte (si, es culpa de él... no te afligas y dirigas la culpa hacia tu ser, no tiene nada que ver que te hayas quedado dormido unos... veinte minutos demás...). Mientras tanto, recibís el boleto para el tren y, junto con él, un panfleto informativo con las indicaciones para ingresar al transporte. Algunas de ellas: tenés que tener mínimamente un curso de acrobacia y de contorsionismo para poder ingresar al vagón. También tenés que haber participado en algún campeonato oficial al tetris (por competencia sí o sí, para medir la perseverancia de tus ganas de no perder lastimosamente, aunque en este caso... son las ganas de ir a trabajar, asi que mucha validez no tiene). Seguramente de haber algún acomodador de gente en los trenes (como los hay en los cines, teatros, partidos de futbol, torneos de ajedrez y cricket) debería ser un sujeto con varios títulos y trofeos en campeonatos de tetris. Encajar a tanta gente con la capacidad ampliamente superada por vagón, es un verdadero desafío.
Ignorando las leyes de la física, sublevándote a los poderes persuasivos de las miradas apretadas que te dicen "no flaco, no entrás", superando los obstáculos imprevistos de la urbe traicionera y los metales opacos que van asimilando la forma humana, recordando la época en la cual jugabas al rugby y te posicionabas para el scrum (corregimos esta parte: te posicionabas en el sillón, mientras jugabas con el remoto y el contraste de la tele viendo el mundial de rugby); lográs atravesar la muralla transpirada y agitada de sujetos que se acumularon en una masa amorfa e irracional. Ahora sos una pieza de tetris más, como aquel sujeto que está colgado de la puerta. O como aquel otro que está aprovechando para apoyarse a una mina. O como aquel otro que está aprovechando para apoyarse a un flaco. O como aquel que se compró una porción de pizza antes de subir al tren y ahora la tiene que deglutir velozmente urgido por el derrame de queso en el saco de un hombre que justo no le gusta la pizza en el saco.
¿Cómo administramos nuestra energía de manera adecuada? ¿Cómo sobrevivir el viernes? Si toda la fuerza la empleamos en tratar de no caernos del tren, considerando además que las energias con las que llegás al viernes apenas sobrepasan a las de un rata de laboratorio desmotivada y con tres dosis de sedantes para caballos,¿Qué nos resta?. Sólo queda disfrutar del paisaje: las bellas estructuras edilicias que se desfilan en el camino con sus paredes quebradas, los solemnes y relajantes sonidos de los bocinazos de automóviles, colectivos, camiones, patinetas, monopatines y otros vehiculos que esperan ansiosamente que levante la barrera para poder cruzar el paso a nivel insultando a la barrera y a otros vehiculos. La dulce antipatía de los pasajeros que derraman gotas de amor y sudor, mientras jadean y vuelven a la crónica poesía de puteadas con aroma de merluza para todos los servicios públicos.
¿Qué? Acaso pretendías que te aconsejara desquitarte con el tren o con sus pasajeros? No, no tenés espacio para hacerlo. Gracias a que apenas podés respirar y tratar de leer el diario del tipo que justo tiene el suplemento de economía. Tocále una nalga al flaco que está al lado tuyo y decile que fue el sujeto que está leyendo el suplemento de economía. Excelente. Ahora, mientras se cagan a trompadas entre ellos, vos aprovechás para arrebatarle el diario, leerte el suplemento de deportes (solamente para ver las fotos), y mientras te comés un poco de muzzarella que le despegaste al hombre del saco.

jueves, 14 de febrero de 2008

Estimado Clima: ¿Porque no se va ud. un poquito a la...

Otoño. Te despertaste justo porque el rayo de sol que entraba por la persiana te estaba perforando la córnea. Glorioso día de sol. El noticiero lo anunció. Te vestís para ir a trabajar de la forma habitual, mirás un poco de tele y ves que está anunciado un día despejado, con el sol derritiendo el pavimento y las nubes siendo sólo efímeros detalles del cielo. "28 de máxima, 20 de mínima". Perfecto. Va a hacer calor pero se va a poder tolerar seguramente.
El día fue ideal. Estuviste encerrado en el trabajo mientras podías haber estado en alguna pileta en el Caribe. O en algún mar en Villa Tesei. O sea, mientras no sabías si afuera ocurría la 3° Guerra Mundial o si se estrellaba un dirigible piloteado por Barney en la esquina, algo te hacía pensar que el mundo de afuera no laburaba y disfrutaba de semejante día. Nada de eso importa. Ya tendrás tu venganza. Mientras ellos estén trabajando vos vas a tener tu semana de vacaciones en Marzo que seguramente disfrutarás un día, porque el resto de los días que te sobran tenés que hacer los trámites y pelotudeces importantes que dejaste para hacer en las prolongadas vacaciones que te dan.
Se termina el día laboral. Huís ferozmente hacía los pocos rayos de sol para que puedas hacer un mínimo de fotosíntesis y sentir que en algún momento mientras estuviste laburando.. fue de día. Ah,¿qué? ¿Vos tenés ventanas en tu laburo?. Bendito sea el ser misericordioso que se apiadó de vuestras almas para ofreceros una luz regular y ténue con la cual trabajar. Condenado aquel frívolo que te puso dentro de un laboratorio de luz artificial lleno de tubos de ensayo y experimentos con chimpances que leen a Sartre y juegan a la ruleta rusa. Pero... momento, ¿que ocurrió?. Saliste a la calle y hay una nube color negro mezclado con un poco de violeta y otro poco más de negro más obscuro. Mmm.. ¿Qué pasó? ¡Si el servicio meteorológico jamás se equivoca!. "Seguro que no llueve, es solamente una nube pasajera", tratás de autoconvencerte. Pero hacés dos pasos más y en la esquina vez el horizonte: "Bueno, es una nube pasajera de 240 km nada más". Nada de eso. Tres cuadras antes de subirte al transporte, te agarró el diluvio. Las gotas son como meteoritos, pero estas no se desintegran con la capa de ozono. Al contrario, parece que se unen en el trayecto de caída para pegarte más fuerte en la nuca. Cuatro gotas seguidas en la cabeza y declaran KO técnico.
¿Como podés terminar tan mojado si fueron tres cuadras solamente? Y bueno, no tenías paragüas para protegerte. Ni sombrilla. Ni snorkel. Ni lancha. Ni un cd de Cacho Castaña. Ni la biografía de Vilma Palma e Vampiros. Ésas son las causas por las cuales terminaste como un trapo sin escurrir. ¿A quién le debemos la gracia divina de ser empapados y ensuciados por los colectivos que pasan cerca de la vereda y producen el tsunami de agua, latas, papelitos, chicles y restos cloacales? ¿A San Pedro? ¿Acaso tenemos que esperar para morir y darle una golpiza por cagarte el día con una lluvia imprevista? No, para nada. Busquemos algo más tangible. ¿Los profesionales del servicio meteorológico que son los encargados del azar del tiempo? Y.. podría ser. Pero ya estás muy enojado como para salir a la calle a buscar a unos sujetos. Demasiado trabajo. Encima llovió media hora y se renovó el calor aún más. La humedad está en 184% y parece que volvió a salir el sol... a las 22 hs. ¿Dónde descargamos la ira? Sí, en la tele. ¿Quién fue el mediador entre el meteteelclimaenelortólogo y vos?. La tele. Agarramos nuevamente un objeto contundente y lo arrojamos a una distancia aproximada de 10 cm al tubo del televisor (para no errarle, a ver si le pegamos al equipo de música que no tiene nada que ver. A no ser que hayas escuchado por la radio lo del clima, entonces sí. Y si lo sufriste en ambos electrodomésticos, vas a necesitar dos objetos contundentes). Mañana salís con el paragüas, por las dudas, y después de trabajar te comprás una buena tele de 14 pulgadas.

jueves, 7 de febrero de 2008

No te caíste de la moto...¿No?

Si. Hoy te tocó cocinar. Encima llegaste a tu casa perturbado por el tránsito y con ansias de hacerle una traqueotomía con un desodorante y hacerlo entrar en combustión al pelotudo que te preguntó si estabas bien, porque tenías cara de poco dormir... A ver, explicame porque soy un ignorante: ¿como es una cara de poco dormir?. ¿Una con las ojeras que parecen dos empanadas? ¿Cuando se te cae la baba de la boca que vas dejando el caminito al estilo babosa, y las hormigas que te alcanzaron a tu casa eran aquellas que habían comenzado a seguir tu camino desde que te subiste al colectivo en Temperley??? Si, lo sé.. en algún momento la pregunta mutó en un párrafo de una longitud similar al antiguo testamento. ¿"Cara de poco dormir" es lo mismo que "cara de dormir mal"? ¿Es lo mismo que "cara de no dormir"? ¿De trasnochar? ¿De quedarse en algún albergue transitorio viendo pasar las horas (bueh.. minutos) sin importar la entrada laboral del día siguiente? ¿O de quedarse hasta altas horas de la madrugada jugando al playstation? Perdón, no tengo... ¿De quedarse hasta altas horas de la madrugada jugando al Snow Bros? ¿o al Mario Bros? ¿Mortal Kombat Bros?. Si no conocés ninguno de esos juegos pasame tu dirección que tengo un delivery de francotiradores para vos.
Por fín llegaste a tu casa tratando de resolver el enigma de "la cara que no duerme", y encima te das cuenta que no tenés una mierda para cocinarte. Aún siendo blanco perfecto para autosodomizarte por inútil de no haber comprado los víveres para cocinarte algo decente, tenés la habilidad en la palma de tu mano. Sí, vos sos un ser moderno que está totalmente preparado para este tipo de situaciones. En la heladera tenés pegados 46 teléfonos de delivery de comida que abarcan desde longaniza al escabeche hasta empanadas de remolacha. Por ende, como hábil emprendedor de diálogos reiterativos y secuenciales, llamás al que tenés más cerca para asegurarte de que si hay algo mal, te pones las ojotas y vas a cagar a trompadas al telefonista. Mmm, no, mejor lo de las trompadas no. Es probable que caigamos presos de vuelta.
Bueno, pasó una hora. La pizza no llegó. El local está a tres cuadras. ¿Te pones las ojotas? No, mejor vas descalzo. O mejor, primero llamá a ver qué pasa. Quizás el chico del reparto colapsó contra el parabrisas de algún colectivo.
T:- Pizzería buenas noches
E:- Hola si, mirá yo te llame hace una hora para pedirte una pizza. Y me dijiste que en cuarenta minutos ya estaba.
T:- Si, cual es su dirección
E:- Pasaje Monteagudo 319..pis..
T:- Si, ya salió para allá.
E:- ¿Anotaste que piso es?
T:- ¿Qué piso qué?
E:- El piso del departamento... ¿Lo anotaste?
T:- Si, Pasaje Monteagudo 319. Es aca nomás, ¿no?
E:- Si es acá a tres cuadras, pero te pregunto si tenés el piso del departamento anotado. ¿O tengo que salir hasta que llegue el de la moto para que no tenga que andar adivinando que timbre tocar?
T:- Si, ¿qué piso es?
E:- 5
T:- Perfecto. Ya estaba anotado.
E:- Bueno te agradezco.
tuuu tuu tuuuu...
Al fin. Llegó la pizza. Pero obviamente, primero vino la vecina a tocarte timbre para preguntarte si habías ordenado una pizza, porque resulta que le tocaron timbre a ella. Finalmente, el encuentro frente a frente, pizza con cara. Y esta no es una cara de poco dormir, es una cara de hambre. ¿Como es una cara de hambre? Que carájo me importa, dejame comer. Abrís la pizza y tenés en la esquina de la caja tres tomates estrolados y casi camuflándose con las aceitunas que parecen haberse utilizado para amortiguar balas de cañon en las épocas de comercio de ultramar. ¿El provolone dónde está? Ah, si. Ahí, arrinconado en una sola porción como si lo hubieran apurado para que abandone su territorio y se quede atrincherado en un pedazo de la pizza solamente.
Coincidimos entonces que nuestro pronóstico fue exacto. El muchacho del reparto colapsó contra el parabrisas del colectivo y luego vino a traer los cadáveres de la pizza para que le realizes la autopsia. Tenés que saber que estás comiendo cuanto lo estás probando. Muy complicada tarea. ¿Que hacemos? ¿Llamamos a la pizzería para quejarnos? ¿Vamos hasta la pizzeria corriendo en ojotas para pegarle al primero que se cruze? ¿O seguimos comiendo del hambre sin importar el apocalipsis de queso y diversos ingredientes que estás observando? Seguimos comiendo. Mañana vas a pedir trabajo en la terminal de colectivos y atropellás al pibe de la moto de vuelta. Problema solucionado.

jueves, 31 de enero de 2008

Enfurecer o no enfurecer... ésa es la cuestión.

¿Porqué nos transformamos en seres humanos despreciables cuando salimos a consumirnos en la urbe? ¿Qué parte del hipotálamo izquierdo vino fallada para que nos comportemos en masa de una manera totalmente radical de como lo hacemos en modo individual? ¿Que parte de la masa de la pizza dejamos sin comer? (mándenme su dirección asi les encargo el francotirador... no puedo entender todavía a los que dejan el cabo de la pizza). Hoy planteo una situación visceral y tan cotidiana en la mayoría de nosotros, los pelotudos que trabajamos y tenemos que viajar en bondi. O los que no trabajan e igual viajan en bondi para realizar trámites burocráticos. O los que andan de trampas y viajan en bondi para que las cámaras de seguridad no detecten la patente de su auto cuando entran en el albergue transitorio, porque seguro su mujer ya contrató el detective privado que le está realizando un seguimiento riguroso (paranoico de mierda... tu esposa se está acostando con el detective.. jaja y ahora quien es el paranoico? el detective? y si... porque seguramente se enganchó con tu esposa y ahora está perseguido porque piensa que vos querés arreglar las cosas con ella y él se va a quedar solo de vuelta, con su voyeurismo.. y la vecina que se desviste en el balcon de enfrente). Sepan disculpar si me respondo y me contesto, es que tengo triple personalidad bipolar.
El dilema es el siguiente: estás esperando el colectivo (para cualquiera de las diversas tareas que nombramos antes... si, si.. nosotros tres) en una avenida transitada. Luego de un rato largo de esperar, lo ves venir, pero junto con él viene otro atrás y uno paralelo a él. Rogás para que no lo pasen, porque seguramente de hacerlo, el chofer de tu colectivo no te observará ni hará el mínimo intento en frenar, debido a que es una parada poco frecuentada. Lo pasan. Lo perdés de vista. Por ahí entre la trompa de un colectivo y la cola del otro, ves a tu colectivero que mira hacia la parada. Le levantás la mano enardecidamente para que observe tus estrepitosos movimientos y desesperación por tomar ese maldito colectivo. El chofer te ve. Obvio. Hasta un helicóptero a 100 km te hubiera visto con esos movimientos escandalosos que hiciste, en los cuales casi le arrancás la cabeza a un sujeto que pasaba por al lado tuyo. ¿El chofer frena?. No. Es un movimiento muy complicado el que le pedis que haga. Tiene que doblar su muñeca izquierda, bajar su mano derecha y mirar por el espejo retrovisor que no venga ningún automóvil desprevenido al cual encerrarlo (que también podés ser vos, pero será motivo de debate en otra ocasión). Pasó de largo. Y vos perdiste como 13 valiosos minutos de espera mientras podias estar rascándote la ingle en tu casa hasta que te sangre. Esto no se queda asi. No. ¿Que hacés en una situación como esta?. Te doy mis alternativas:
1- Lo seguís con la vista al colectivo, buscando una luz de esperanza que lo haga volver y se compadezca de vos. Al no suceder esto, agachás la cabeza y esperás el próximo colectivo.
2- Lo seguís con la vista al colectivo, mientras vas insultando por dentro para que no piensen que estas loco o vas a acuchillar a alguien por gritar.
3- Corrés al colectivo un par de metros de manera paralela por la vereda, mientras vas insultando al chofer. Al mismo tiempo, una señora mayor te mira como si fueras un orangután con ropa a punto de trepar por el arbol de la ira. Le decís: "no señora, no soy un orangután. Soy un cabernícola"
4- Corrés al colectivo demasiados metros para el poco estado físico que tenés. Buscás algun objeto contundente para arrojarle. Visto desprovisto de él, le arrojás de modo vehemente el celular. Justo cuando dió el cuarto giro en el aire te arrepentís de haberlo arrojado porque después tenes que volver a escribir toda la agenda de vuelta, si es que se rompió el maldito chip (reconozcamos que ése es el verdadero dolor de huevos de perder el celular). El celular se destruye en el acto. Pero no en el colectivo. Tampoco en el piso. No. Tenés tan mala puntería que le pegaste al patrullero que venía por la mano contrario. Cagaste. Te pasaste de la ira. Vas a la comisaría. Y lo peor, es que tenés que anotar todos los contactos en tu teléfono... de nuevo.
Se escuchan atentamente otras propuestas o alternativas de canalizar esta ira. No la reprimamos. Volquémosla en algun lado. Pero tratemos de no caer presos.