La alteridad que encarna este conflicto, nacido en el pleistoceno aproximadamente, parecería almacenar polos opuestos; y en gran parte lo hace, pero el problema que acarrea son las elecciones en los momentos propicios. No podemos justificar racionalmente una cruzada "cultural" en la inquisición, cuando unos siglos más tarde podríamos criticar su posición gastada por una óptica lógica-pasional. Los contextos racionales, al igual que los pasionales, pertenecen a una circunstancia determinada en un momento de circulación social que le es propio, arrebatar ello nos discrimina las condiciones de producción en análisis, su recepción y a nosotros como analistas. Por eso, deberíamos anclar el dilema principal del título en la elección de nuestra razón y las opciones que nos presta su validez emocional. Supongamos que tenemos la oportunidad/obligación/no pudimos zafar/deber de participar en un jurado; es muy probable que utilicemos la razón, en lugar de dejarnos arrastrar por el ímpetu pasional de la justicia social y terminar partiéndole la cabeza con una silla al acusado; lo cual nos vería rápidamente intercambiando posición hacia el banquillo. Las opciones se pueden tornar confusas en el fluido de lo masivo: la pasión en masa genera una gran bola de nieve que puede jalarnos, divagando en acciones racionales, hacia la vorágine del caos y la acefalía de control; y acá no estamos hablando de los dispositivos de control, sino de la propia responsabilidad como sujeto pensante de que algo no está funcionando como debería. Pero lo que el capitalismo ha logrado de una manera excepcional, es justamente esto que se pierde en las pulsiones de la multitud: ésta es una de las principales razones por las cuales no podemos abandonar el sistema, tendríamos que vivir en la barbarie. Podemos arrojar un par de cascotes, voltear algunos teléfonos públicos, insultar a un policía, tirar un caramelo por la mitad, extraer el pen drive en modo no seguro, pero la reincidencia nos colocaría automáticamente como piezas de tetris en la configuración del status quo. Para desbaratar esta sistematización podríamos promover un retorno al feudalismo, demoliendo los capitales de la élite para desayunar en una tabla rasante de comida nativa, pero para ello tendríamos que accionar una estrategia global capaz de destruir lo que hemos construido; sin embargo creo que allí no encontraríamos la solución. Convivir en la barbarie tampoco sería una guerra civil, ni siquiera una revolución; aquí se trata de organización. La organización de los tiempos actuales tiene propiedad intelecutal en la burguesía y los primeros designios de este sistema económico. ¿A qué tipo de cerro maquiavélico queremos dirigirnos con todo esto? No hay polos en esta disyuntiva racional-pasional. No podemos ser plenamente racionales porque seríamos adictivamente funcionales al sistema o tendríamos una ideología revolucionaria pero pasiva, lo cual nos convertiría en una simple impresora bolchevique del estado. No podemos ser plenamente pasionales porque seríamos perros en celo activados constantemente po
r la oferta de la moda y los medios masivos. Lo cierto es que tenemos porcentajes que se verían como la onda de sonido en la imagen, tomando y descartando los usos correspondientes a cada momento adecuado, lo cual nos dice mucho sobre nuestra balanza emotiva-racional. Lo que la modernidad ha plasmado es la aniquilación del libre albedrío de las pasiones; y al no contentarse con eso, nos ha heredado tradicionalmente el malestar que debería generarnos el uso de estas pasiones de manera inadecuada. El sistema ha hecho su trabajo, no hay forma de recuperar una conciencia colectiva colonizada, quizás tampoco es el deseo; pero tal vez es hora de abandonar la comodidad y pegar el salto evolutivo. Mientras este sistema se sigue retroalimentando con el individualismo innato, buscamos una solución fuera del aspecto racional sin involucrarnos en el caos de las pasiones. Para hallar una solución pasional debemos primero inmiscuirnos en las ideas, lo cual paradójicamente nos arrastra hacia lo racional. Y lo que se propone es basarnos en un pensamiento pirámidal, no por el orden de relevancia comunitaria, sino por la importancia desorientada para contrarrestar el paquete incorporado y naturalizado de la filosofía moderna del sustento monetario; sería fundamental primero alejarnos de las concepciones y metodologías más conservadoras de lo racional, y con esto me refiero a la práctica global de pensamiento contemporáneo. Un detalle puede arruinarnos un día, pero pareciera que un detalle no está inculcado como para alegrarnos el día; porque estamos acostumbrados a que debemos esperar por grandes detalles para alcanzar la felicidad o muchos detalles menores para no agachar la cabeza y oprimir el pecho. Este es el sentido piramidal interno. Y más allá de ser una propuesta individualista, lo es simplemente para compensar el ego que esto acarrea; dejando denotado que bastardeo la concepción del líder actual por sus posibilidades limitadas en base al histrionismo y sus camuflajes demagógicos. Lo primero que me da la pauta para saber que no estoy en un laberinto, es que ya he elegido las cosas por las cuales volvería a vivir esta vida si existiera esa posibilidad; más allá de las desgracias vividas y los detrimentos del mundo. Es una elección racional por las opciones pasionales.