martes, 20 de abril de 2010

El Malestar en la Sutura

Uno no puede evitar indignarse bastante seguido por los tópicos que medios masivos inyectan habitualmente en la conciencia colectiva disparando emergencias fugaces o repitiendo discursos gastados. Pero en determinado punto, me resulta degradante la escasa amplitud verbal de los profesionales de los medios. No voy a inmiscuirme en temas de ortografía en los zócalos de los noticieros, porque todos sabemos que a la hora de tipear una cita bajo presión, se nos obstruye la carótida, sobre todo si tenemos doce años como la mayoría de los operadores que tipean esas citas. Sabiendo que toda la puesta en escena de un noticiero está comunicando algo, también lo hace el logo del programa, su tipografia, su decorado, susú pecoraro, su estilo y sus pseudo-periodistas. Ahora bien, mínimamente, hay que señalar que si estos profesionales no tienen ni la menor idea de lo que están hablando, deberían informarse, organizar rifas, o trabajar en un circo (que al fin y al cabo es lo mismo). Si no tienen más de diez adjetivos en el hipotálamo, no deberían rebosarse de frases trilladas y banales de sentido común; un mínimo de aporte intelectual no es menospreciado en los medios. Si no tienen preguntas que hacer, ¿entonces cómo se preguntaron que debían hacer de su vida?, por favor, no interroguen estupideces matinales porque yo puedo ser un autómata que hasta que almuerza no es capaz de hacer otra cosa que seguir una rutina; pero soy un autómata físico, no pensante. Usted señor periodista deportivo o de farándula devenido periodista general, hable con propiedad. Busque algunos bodoques de hojas con tapas duras, esas cosas que se llaman libros (y no me diga que lee a Coelho, Bucay, Majul o Ari Paluch porque eso es literatura de fantasía redundante del negocio capitalista, te vendemos cosas baratas para que las compres bien caras). Usted señora que estuvo en el extranjero y volvió para asumir el rol de periodista en algún medio masivo: piense antes de preguntar, si el entrevistado le acaba de decir hace dos minutos que su automóvil era azul, no le pregunte cada treinta segundos cuál es el color de su automóvil sólo porque un robot con auriculares le dice del otro lado de cámara que estire la nota. "Señores", ya sabemos que cada medio tiene un estilo periodístico y una bajada de línea predeterminada, no van a ejercer periodismo independiente, por más que el rótulo así lo diga. Pero sólo se pide un ápice de cordura en el malestar general. Son los que llevan la bandera de la comunicación, y les aseguro que está bastante sucia y sin muchas ganas de flamear. Ni siquiera se intenta fomentar una revolución de medios, ni un octubre semiológico, ni entender a Heidegger, ni un boicot en la línea de montaje, ni orinar caminando sin salpicarse y ni siquiera un palo en la rueda de la bicicleta mediática. Si tienen la molestia en la cicatriz, porque cuando entraron a un medio por primera vez les clavaron el bolígrafo en la yugular y les dijeron "vas a escribir lo que nosotros queremos que escribas", o bien, se los dieron a entender paulatinamente con un teclado compuesto de teclas abrasivas que borra de a poco las huellas digitales para unirlos en una masa amorfa de ideología simplista y vocabulario medieval; entonces el problema está en la elección del lugar de trabajo. Si no supura o no hay cicatriz, ni se molesten en entender de lo que se habla. Pero si lo hacen, tómense un momento para pensar qué están comunicando con determinadas palabras. Las palabras las instalan ustedes en el imaginario, y su repertorio léxico, en este momento, debe ser equivalente a la misma cantidad de palabras que hay en la contratapa de "El Hombre Unidimensional", cuando debería equiparar a la mitad de su contenido.

1 comentario:

La Maga dijo...

Lindo, che. (muajaja)


Sublime, excelso, eminente, soberbio, magno.

Pero por sobre todo: CONSPÍCUO.