jueves, 5 de junio de 2008

Rais of de mayins - Parte I (léase también como Rise of the machines)


"Nunca nos fuimos, pero ahora volvimos" diría un viejo conocido, al cual de paso homenajeamos (sin tirarnos desde un quinto piso, pero sí probablemente tomándonos un vino tinto en cartón que esté bien tibio). La disputa, esta vez, pasa por la eterna batalla entre el hombre y las máquinas, entre el humano y las tecnologías; entre el ser racional y el ser aparato (aunque esto pueda traer algunas confusiones). Sin caer en prólogos contextuales acerca de la revolución industrial o de cómo carajo llegamos desde el telégrafo hasta el microchip; se propone una serie de recomendaciones, sugerencias, consejos, acerca del uso eufórico, irracional de la tecnología cuando ésta se rebela ante la autoridad humana, ante el homo erectus.

Esos momentos en los cuales ella pretende una autonomía fría y lógica ante la locura momentánea del sujeto portador del aparato. Estos son consejos para esos actos calificados como episodios de emoción violenta, ante el cual, debe justificarse la garantía del producto cuando lo llevamos al service técnico. Veamos un ejemplo de esto: llegás a tu casa estresado por el trabajo, cuando decidís sentarte y tomarte un rato de ocio para ver el partido entre River y San Lorenzo por la Copa Libertadores, o ver la colección de dvd con todas las temporadas del Chapulín colorado. ¿Qué es lo que pasa? La tele no anda. Es el tubo, el transistor, el termostáto, el láser, la conexión pirata de cable, la conexión pirata de internet, la conexión pirata del teléfono, la conexión pirata del microondas, vaya a saber dios qué mierda es lo que no anda. Luego de vanos intentos de arreglarla con leves golpecitos de palma en sus laterales, llega el golpe fulminante que permite a la tele caer al piso como un meteorito que acaba de atravesar la capa de ozono y va desintegrándose (con la excepción que la tele se desintegró en el piso indefectiblemente y sin escalas). En tal episodio de emoción violenta, le advertís al técnico que no recordás lo que sucedió. ¿Acaso no estaría justificado en la garantía un episodio de emoción violenta? ¿Por qué no? Si los aparatos tienen la capacidad de sacar de quicio a uno, tanto como cualquier ser humano insoportable, e incluso más aún.

Porque sabemos que uno no puede caer preso por arrojar una impresora por la ventana, salvo que ocurra la casualidad que esa impresora caiga sobre la cabeza de un vecino que no hace otra cosa que romper las pelotas con la cortadora de césped los domingos a la mañana cuando vos querés descansar por la resaca del sábado a la noche. A continuación, tres sugerencias para uno de los aparatos masivos tan molesto como necesario para la contradicción entre ser devorado por el sistema, devorarse el sistema y atragantarse con el sistema:


- Los celulares suelen quedarse sin señal en los momentos en que más se lo necesita, por más que se lo requiera para alguna pelotudez (aunque lo que más nos importe en determinado momento sea esa pelotudez). En tal caso, se propone localizar alguna antena o repetidora cerca de donde estemos. No te preocupes, siempre hay una cerca, ya sea en un edificio o en un médano en Las Toninas. Luego de localizarla, sostenemos el celular con firmeza, lo apuntamos hacia la antena y a continuación pronunciamos la siguiente frase: "Hijo de una gran puta, la re contra concha de tu re contra madre no me vas a andar ahora?!! Tomaaa!!!". Y lo arrojamos en calidad de lanzador de discos (claro, dando la vueltita y todo, como en los deportes olímpicos) directo hacia la repetidora. Mientras va volando por el aire le gritamos de nuevo: "¡Tomá forroo! ¿No tenías señal? ¿Eh? ¡¡Ahora fumátela toda!!" (aclaramos que los insultos pueden ser modificados por otros similares. Pero nunca olvidemos que el celular debe sentir que está siendo insultado). Luego de esto, procedemos tranquilamente con nuestra vida, como si nada hubiera ocurrido, porque seguramente no tenemos un brazo biónico y el celular no llegará a su destino, sino que se estrellará en el parabrisas de un patrullero que siempre aparece cuando uno canaliza las represiones. Pero imaginémos que sí se estrelló contra la antena y podemos continuar felices con nuestra vida.


- Suele ocurrir también una incompatibilidad entre el usuario y la interfaz del celular. Quizás por deficiencias del aparato, quizás por desconocimiento del propietario o, probablemente, por la poca paciencia del usuario ante unos dedos que van en contramano de las indicaciones que debería mandar el cráneo. En este caso, aconsejamos simplemente dejar caer el aparato sutilmente de las manos, que se escurra de entre ellas. Esto, obviamente, si uno se encuentra unos mil metros mínimo por encima del nivel del mar. Si esto no es así, entonces nos subimos a un puente o a un edificio y lo dejamos caer. Es muy importante para la satisfacción y el placer de la destrucción, ver el preciso momento en el que se desintegra el celular en su choque contra el piso. El ruido del golpe también ayuda, nos ayuda a conciliar el sueño.


- Algo muy común que suele suceder, es que el celular no nos permita enviar mensajes de texto, con sus clásicos hits como: "Mensaje de texo no enviado", "Imposible de enviar mensaje", "No tengo ganas de mandar un mensaje", "Chupame el chip forro, no te mando mensaje una poronga", y etc. La opción que se les brinda a usuarios que poseen celulares con tapa es algo muy simple: sencillamente, en lugar de cerrar la tapa en el modo que es debido, lo cerramos al revés. Claro, hasta que se escuche el dulce sonido que empalaga nuestros oídos con la melodía conocida como "clack". El sonido de quiebre es indescriptiblemente placentero para el control de nuestra ira. Y si luego nos preguntan, simplemente respondemos: "No, pasa que lo cerré al revés de como dice el manual. ¡Pero nada más!". Siempre es muy importante justificarse empezando con el "No" y terminando con el "Pero nada más", como si lo que hubiéramos hecho podía haber implicado que el acto de violencia siguiera indefinidamente sin límites. La recomendación para los propietarios de celulares sin tapa, es la misma: pretendan que el celular tiene tapa y hagan fuerza para cerrar esa tapa. De este modo, al aparato no le quedará otra salida que romper su horizontalidad para convertirse en un celular que "quería ser con tapa, pero sus creadores decidieron otro destino para él". Luego de ello, vamos al service técnico con nuestras dos partes de celular para reclamar por la garantía del aparato. Repetimos que debe justificarse como episodio de "emoción violenta".

1 comentario:

Anónimo dijo...

TEEEE AMOOOOOOOOOOO BRROOOOO((L. sabelo y estoy orgullosisisisma de haberte conocido y poder compratir todas las limadas con vos. ajajajaja. sos tanto! :)


muaaaa.